martes, 17 de junio de 2008

La ultima línea.

Me di cuenta una mañana de esas que despiertas muerto de hambre y con la boca seca con sabor a níquel, crudo, mal vestido, arrojado sobre mi cama de latón de mas de 30 años.
Levante mi mano en alto para distraerme como solía hacerlo desde niño revisando las nuevas grietas que se habían formado en el yeso del techo de mi cuarto, al no tener televisor me había formado esta inservible pero muy entretenida afición, revisaba esa pequeñas grietas que servían de paisaje a mi imaginación, entrecortadas, algunas puras y delgadas como hilos de un negro profundo, otras obscenas descarapeladas bañadas de pintura. Las revisaba y conocía también como la palma de mi mano, si es que alguien además de mi realmente conoce las líneas que atraviesan su palma, pues ese era otra de mis pocas virtudes, conocer y aprender como de aquellas grietas, los surcos que marcaban mi extremidades, las conocía también como cualquiera reconoce su sonrisa o su voz.
Yo aquella mañana como cualquier otra, tumbado sobre mi vieja cama, perdiendo el tiempo como cada fin de semana: atine a descubrir aquella mañana que una de las líneas de mis manos había desaparecido, aquel pequeño surco que cruzaba en el borde inferior de mi dedo anular se había borrado por completo, no le di mayor importancia y sin mas
Me levante de la cama dispuesto a desayunar, pero lo cierto es que aquel día olvide por completo el nombre de todos mis compañeros de la escuela primaria.

A partir de ese día cada mañana fui descubriendo o mejor dicho percatándome de nuevas y trágicas desapariciones, día tras día, semana tras semana mis manos dejaban de ser aquella parcela para convertirse lentamente en un triste desierto.

Y con esas líneas mis recuerdos, mi primera novia, mi mejor amigo, el nombre de mi madre, los sabores de las golosinas del puesto afuera de la primaria, ni que decir de las experiencias, los conocimientos adquiridos, lo innato permanecía al parecer aferrado de las líneas mas profundas que sin embrago también comenzaban a ceder antes este inevitable exterminio, poco a poco me convertía en un ser en blanco, ausente vació, hueco como un tambor de cuero viejo que al siguiente golpe terminara cediendo a su exterminio.

Hoy mis manos sin planas, lisas como un lienzo nuevo, hoy solo quisiera tener oportunidad de saber quien soy y cuales son mis sueños, porque ellos también se han borrado, hoy quisiera tener mi memoria intacta y mis deseos renovados, pero todo se fue, solo quiero pedirte que me recuerdes, que no me olvides, como no debes olvidar todo aquello que te ha convertido en quien eres, para mi tirado en esta vieja cama de latón observando como idiota mis manos levantas bajo el techo, no queda mucho
Esta es mi última línea…cuando esta termine, habré llegado al final

No hay comentarios:

Podcast on Line

Podcast on Line
No soportamos el silencio